Venezuela es prácticamente la entrada a Sur América y su capital es Caracas desde donde salen la mayoría de los vuelos hacia el resto del país. Una pequeña parada en Caracas “no le hace daño a nadie”, especialmente para descansar el “Jetlag” de estos largos viajes, comer bien y si se necesita comprar algún equipo para el viaje.

Caracas siendo la capital de Venezuela, se ha caracterizado por ser una gran ciudad, que, a pesar de las dificultades tradicionales de una gran ciudad suramericana, sigue manteniendo su gran belleza a los pies de una de las montañas más bellas del país… El Ávila.

Este día lo utilizaremos para completar todos los detalles faltantes para nuestra salida.

Partiendo de la premisa de que nuestra referencia es la ciudad de Caracas, hay varias aerolíneas que cumplen vuelos regulares hasta la Ciudad Puerto Ordaz, donde pasaremos la noche e iniciaremos, al día siguiente, el viaje terrestre hacia el Parque Nacional “Canaima”, donde se encuentra nuestro objetivo… el monte Roraima.

El viaje de este día es el que nos llevará al verdadero macizo montañoso donde se encuentran los “tepuyes”, el macizo Guayanés que en buena parte se encuentra protegido por las leyes vigentes de “Parques Nacionales”, en este caso el Parque Nacional Canaima. A medida que avancemos en este recorrido, la selva se comenzará a hacer más presente, especialmente al superar el poblado del “Km. 88”, donde una pronunciada pendiente nos llevará a otro mundo, el mundo de… “La Gran Sabana”, y al final de la tarde, lograremos llegar a nuestro punto de descanso en la población de “Kumarakapay” (San Francisco de Yuruaní).

Con vehículo 4×4 nos trasladaremos al caserío de “Paray Tepuy del Roraima”, desde donde, con la ayuda de los porteadores comenzaremos nuestra caminata. A medida que nos acercamos al Roraima, este nos va mostrando de una forma cada vez más evidente el camino a tomar. Este trayecto del camino recorre una gran llanura (Sabana), muy expuesta al sol y con escases de agua. No tenemos que olvidar protegernos del sol y administrar muy bien el agua potable.

Para continuar el ascenso desde el Campamento del “Rio Teg”, hemos de cruzar dos ríos cercanos, el Teg y el Kuquenan. A partir de este último lugar, comienza una subida constante y moderada que poco a poco nos irá aproximando a la base de las paredes del tepuy. Igual que el día anterior, la escasez de vegetación alta y de agua nos dejará expuesto a la intensidad del sol… tenemos que protegernos y seguramente, con un paso lento y constante lograremos nuestra meta del día… el “Campamento Base del Roraima”, desde donde podremos tener un paisaje contrastante entre las paredes del Tepuy y la extensa sabana a nuestros pies.

El ascenso de este día se realiza a través de una extensa cornisa que sube transversalmente desde el bosque a los pies del tepuy. Desde que entramos a este bosque, un mundo mágico comienza a envolvernos y todo toma una dimensión diferente: paredes de 300 y más metros que se levantan verticales, queriendo tocar el cielo, desde donde caen inmensas cascadas que de vez en cuando nos rocían con sutil caricia. Esta constante humedad le da a la vegetación un aspecto único y características muy especiales que contrastan notablemente con la aridez de la sabana circundante. Cuando la fuerte pendiente cambia abruptamente su inclinación, un caos de formaciones rocosas nos da la bienvenida a la cumbre. Extrañas y sugestivas formas y siluetas de rocas sobresalen aisladamente por doquier… ya habremos llegado a la cima del Roraima.

El Roraima nos brinda un sinnúmero de posibilidades extraordinarias, cuyo límite es nuestra imaginación. Pero lo más importante al visitarlo es no olvidar la fragilidad ecológica de este lugar y tratar de evitar todo aquello que pueda representar un daño a su ambiente (ojo con la basura).

Este día de regreso pareciera ser más sencillo por tratarse de un descenso, sin embargo, es una jornada larga que exige de nuestro esfuerzo y constancia. Al llegar al campamento un merecido baño en el río Teg, una buena cena y un descanso profundo, nos permitirán reponer fuerzas para el siguiente día.

Con cierta nostalgia el Roraima va quedando a nuestras espaldas y ha pasado a formar parte de una de esas experiencias inolvidables de nuestras vidas, porque habremos visitado uno de esos lugares especiales en el planeta, como lo llamara Sir Arthur Conan Doyle… “El Mundo Perdido”.

Nuestro vehículo nos llevará desde tempranas horas de la mañana hacia la ciudad de Puerto Ordaz, desde donde tomaremos el viaje aéreo de retorno hacia Caracas. Esta jornada suele ser larga y tediosa, sin embargo, el cansancio acumulado de los días anteriores servirá para sumirnos en un sueño profundo que nos acompañará casi todo el viaje.