Cuantos de nosotros no nos sentimos en deuda con ese verdor que nos abre los ojos todos lo días al despertar, que nos alegra la cotidianidad en una ciudad tan convulsionada como Caracas. Definitivamente “El Ávila” es parte de la personalidad del caraqueño y de muchos de los que viven a los pies de esta hermosa formación natural que debiera ser paso casi obligado del turista que visita la zona central del país y más aún el que escoge a Caracas como su objetivo. Al hacer referencia al Ávila me voy a circunscribir al perímetro que ocupa el parque nacional que lleva este mismo nombre ya que sino incurriría en la posible falta de tener que abarcar otros perímetros de la Cordillera de la Costa que no son parte de mi objetivo en esta oportunidad.
El Ávila es para el “turista aventurero” como una tierna madre que le cuida y le da dulces consejos para enseñarle el ABC de un mundo desconocido y a la vez hacer que este se transforme en parte de nosotros mismos. Esta hermosa montaña guarda para el caraqueño un sin fin de misterios, en los que el rumor del viento y las quebradas cercanas son sus confidentes, que con su claridad le incita al descubrimiento de ese mundo ajeno que paso a paso se abre ante su visitante. Caminatas que hoy día, podrían parecer insignificantes y efímeras, nos abren un mundo en el que nos embriagan los colores del lejano mar combinándose con el azul del cielo y el verdor de la montaña, tres mundos en los que gustos y deseos por descubrir nuevos horizontes hacen de este uno de los lugares más especiales en la “Gran Caracas” y Venezuela.
Es indispensable resaltar que el Ávila se encuentra en el Parque Nacional que lleva su mismo nombre, por cierto, nombre que viene desde mediados del siglo XVIII por uno de sus propietarios el Sr. Juan Álvarez de Ávila, pero no es sino hasta el año de 1958 cuando es declarado Parque Nacional, lo que “hasta cierto punto” le da la protección hacia una avasallante ciudad como Caracas y sus habitantes, además con esto se facilita que las autoridades le doten de una infraestructura apropiada para el solaz esparcimiento de todos sus visitantes.
En el Ávila hay posibilidades para todos, desde los ávidos excursionistas que tienen la posibilidad de encontrar caminatas muy sencillas (Sabas Nieves y Pajaritos) hasta las más complicadas como el Pico Oriental y/o Pico Naiquatá, este último el punto más alto de la cordillera de la Costa. También tienen cabida las familias que desean subir con mayor confort en VEHÍCULOS 4×4 hacia “Los Venados” o “Galipán”, partiendo desde la zona de Cotiza. Finalmente, para los que solo desean aproximarse de una manera más “tímida” a las bondades de este hermoso lugar, existe la posibilidad de tomar el teleférico desde Mariperez para así poder disfrutar no solo de las bondades de la naturaleza sino de las atracciones que este ofrece al visitante. No podría finalizar sin tocar ese camino que desde la costa (Macuto-La Guaira) va cruzando sinuoso hasta llevarnos a Galipán y a través del cual no podríamos dejar de mencionar a “Zoes y su museo de piedras soñadoras” y los exquisitos restaurantes de “Paquea”, “Granja Natália” y “Le Galipanier”. Existen gran cantidad de detalles que pudiéramos sugerirles pero eso será para un futuro próximo.