El concepto de “Riesgo” en mi entorno se manejó bajo la premisa de la “experiencia” y la “responsabilidad” |
Me encontraba arrastrándome por aquel oscuro túnel por el cual escasamente cabía mi cuerpo, al final aquella luz me decía con certidumbre que faltaba poco para terminar aquella agonía, de pronto, unas manos frías tomaron mis pies y me ayudaron a salir de aquel aprieto. El ahogo había terminado, un profundo aliento llenó mis pulmones y estallé en llanto… había llegado a este inhóspito mundo en el cual las guerras, enfermedades, accidentes naturales y demás inevitables contratiempos me enseñaban que cada paso debía de estar lleno de cautela y además de un fuerte deseo de ser feliz, para así poder sacarle provecho a esa maravilla que todos hemos dado por llamar vida.
El concepto de “Riesgo” en mi entorno, se manejó bajo la premisa de la “experiencia” y la “responsabilidad”, fui creciendo en un ambiente donde las actividades que hacía, principalmente mi padre (Apnea y Automovilismo), se veían más a través del disfrute que él obtenía que en función del peligro que estas representaban para su integridad personal, que por cierto, se sustentaba definitivamente en su felicidad.
Y así me llego el momento de tomar mis decisiones… de “arriesgarme”. Recuerdo yo mis primeras caídas, una muy significativa, en los albores de mis caminatas hacia “grandes montañas” cuando tan solo tenía 14 años y me aventuré con un grupo de “pequeños” amigos a intentar ascender hasta la máxima cumbre de nuestro país… el Pico Bolívar, nadie podía creer tamaña osadía, que por poco termina en tragedia después de un resbalón por las fuertes pendientes nevadas de la “Roca Táchira”. Por suerte una oportuna cuerda detuvo la caída y de aquello quedó lo más importante… la alegría del recuerdo y la experiencia de tener que prepararnos mejor para futuros logros, que seguramente serían mayores y más exigentes… como realmente así lo fueron.
Hoy día debido al gran poder que han tenido los medios y con ello la creciente necesidad de retomar ese contacto perdido con la naturaleza, nos hemos volcado con mayor fuerza hacia un sin número de actividades al “aire libre”, con todas las implicaciones que ello conlleva, entre otras el riesgo implícito de que estas se desarrollan en un entorno fundamentalmente ajeno y diferente al que cotidianamente conocemos y “controlamos”. Definitivamente este riesgo queda matizado por la alegría del logro que muchas veces ronda el límite de lo humanamente posible. De esta manera logramos explorar nuestras emociones y nos fortalecemos para así insertarnos nuevamente en la cotidianidad de un mundo que nos demanda más fortaleza… especialmente emocional.
Ejemplos tangibles de esto los tenemos en los 7 continentes y pudiéramos citar cientos de casos, pero solo citaré 3 ejemplos puntuales, que por sus implicaciones mediáticas son de fácil identificación.
El 10 de mayo de 1996 unas 40 personas se encontraban intentando llegar a la cumbre del Everest y la entrada de un “frente” de mal clima dejó atrapadas en las zonas altas de la montaña a un buen grupo de ellas de las cuales se toparon con la muerte 19 de ellas (http://desnivel.com/expediciones/10-de-mayo-de-1996-la-gran-tragedia-del-everest), esto trajo consigo diversas discusiones y razonamientos éticos sobre el cómo afrontar las “expediciones comerciales” a montañas de más de 8.000 metros de altura (Hoy día los razonamientos éticos al respecto han quedado atrás y el elemento comercial es el que priva en estos casos).
En julio de 1999, específicamente el día 27, en la población Suiza de Interlaken, a raíz de una fuerte crecida del río Saxet-Bach, donde alrededor de 20 y 30 personas practicaban “Canyoning” y 18 de ellas perdieran la vida (http://www.elmundo.es/elmundo/1999/julio/27/sociedad/rafting.html) y a raíz de ello la Caja Nacional de Seguros en caso de Accidente (CNSA) presentó el caso ante el Tribunal Federal de Seguros suizo y este dictaminó: “El canyoning es un deporte peligroso pero no temerario”. Lo que se quiere decir con esto es que no hay “intencionalidad” en el hecho de exponerse a los accidentes.
Por último quiero citar el accidente ocurrido este año en la zona del Mont Blanc, cerca de Chamonix, Francia, justo 2 semanas antes de nuestra llegada, en el que 9 personas perdieron la vida al verse involucradas en un accidente masivo mientras esperaban su turno para ascender las fuertes pendientes nevadas del “Mont Maudit” con rumbo hacia la montaña más alta de Francia y un fuerte alud “barrió” por lo menos a 28 personas con sus Guías.
Naturalmente ha habido una preocupación por estos eventos “fortuitos” que de una u otra manera son parte de lo que pudiera ser considerada parte inherente a la participación de del ser humano en la búsqueda de emociones que los acerquen más a esa búsqueda de sus limites y posibilidades. en este sentido la Unión Internacional de Asociaciones de Alpinismo “UIAA” ha establecido un “Código de Ética” en el cual se recomiendan ciertas actitudes para básicamente respetar la “integridad” de los practicantes de actividades de Montaña. (Ver: http://alfredoautiero.blogspot.com/2009/12/codigo-de-etica-en-la-montana.html)
Lectura recomendada (Riesgo y Motivación): http://alfredoautiero.blogspot.com/2011/12/riesgo-y-motivacion.html
La vida no se mide por el número de veces que tomamos aliento, sino por los extraordinarios momentos que nos lo quitan.
George Carlin.
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“VENETUR”, la agencia oficial del Edo. Venezolano ofrece como principal alternativa turística de Canaima la “AVENTURA” y la “Pura Adrenalina” |
El turismo en particular, es una industria comercial, por lo tanto, la mayoría de los programas de turismo de aventura tienen una firma comercial reconocible y si nos fijamos en ellos con mucho cuidado, todo el riesgo y la singularidad parecen desvanecerse. Con el fin de hacer que el cliente crea que la actividad que se ofrece es la aventura después de todo, por tal motivo, los operadores de servicios turísticos de aventura deben asegurar que el riesgo real al cual están expuesto los clientes sea lo más pequeño posible y vender este riesgo leve como un riesgo preferiblemente mayor. El turistas de aventura supera las fronteras de lo normal y cotidiano, en busca de emociones, de modo que los lugares y las experiencias que dan como resultado se puede definir como una exploración placentera de lo desconocido (Cater, 2006). Además los operadores de servicios turísticos de aventura con más éxito son los que han reducido sus niveles de riesgo real. La mayoría de las personas no participan en viajes de aventura, precisamente por el riesgo, pero muchos solo buscan la “percepción” de la misma (Fletcher, 2010).